martes, 8 de abril de 2008

La terraza del Hotel The Westin en Valencia

Estoy harta de estar desaparecida como Karyna. Harta. Vuelvo a casa. A mi cosmos particular. Por cierto, estoy abierta a cualquier propuesta lúdico-festiva. Razón, aquí. Aunque bien pensado, tengo que estar muy agradecida. La vida (o sea, este periódico) me ha puesto esta semana en el hotel The Westin para transmitir la inauguración de la terraza de su H Club. La inauguración de una terraza suele ser el signo inequívoco de la llegada del buen tiempo, el primer aviso de la alegría climatológica.
Este nuevo oasis en el hotel The Westin es, además, un sitio tan fino y tan chic que creo hallarme en un telefilme con exteriores localizados en el propio Malibú. Lo pienso mientras miro las tiendas situadas en el vestíbulo del hotel, con sus escaparates de todo a cien mil, claro. Maravilloso, que diría la actriz y cantante Sara Montiel (si pudiera vocalizar).

Nada más aterrizar en esta espectacular terraza me recibieron el director de márketing, Rubén Casas; la RR. PP., María Dolores Martínez, y el director del fantástico spa Caroli Health Club, Ramón Cisneros. Y todo el mundo me ofrecía cosas: que si una copa de Veuve Clicquot, que si un canapé de foie, que si posar para el fotógrafo... Ni que fuera Carla Bruni en Londres.

Allí cómodamente sentada, mientras consumía una coca-cola en la chaise longe blanca de piel, me dio no sé por qué por pensar en el nieto de Tita Cervera, Sacha Thyssen Cuesta (qué gran pareja de apellidos para ese bebé, cuánto significado) y en Priscilla Presley con la cara deformada después de que un médico le inyectara lubricante de motor para eliminar las arrugas. Si ya no puedes confiar ni en tu cirujano, que te da aceite por liebre... ¿qué te queda?.

Digo yo que quién me mandará pensar en estas cosas con lo que le está pasando a José Luis Rodríguez Zapatero, ignorado por George Bush como la alfombrilla del retrete, pero la primavera trae algunas pequeñas obsesiones cuya naturaleza no controlo.

Y ahora análisis del personal. Veo, veo. ¿Qué ves? Hubo pocos y selectos invitados en la inauguración de la terraza del establecimiento hotelero de cinco estrellas, la mayoría clientes del hotel y socios del moderno y lujoso spa, a quienes se les obsequió con la tarjeta vip del H Club.

Al despedirme de este acto social tan especial, me entraron unas irrefrenables ganas de agitar la manita, como hace habitualmente doña Letizia en sus comparecencias públicas, Menos mal que no lo hice. Seguro que hubieran pensado que me escapo de una película del mismísimo Berlanga.


Fuente: JUANA CAMPS

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