Cada año que en las noticias aparece el anuncio de la llegada del Carnaval utilizan este recurrente destino para rellenar algo de hueco, pero siempre hacen que revivan en mí el viaje que hice hace algunos años a esta impresionante ciudad.
Río de Janeiro se viste con sus mejores galas en estas fechas para lanzar un mensaje de color al resto del mundo: aunque las cosas vayan mal...no pasa nada, en estos días no vale el pesimismo ni la tristeza...Río, brilla con luz propia.Tienen una forma innata e increíble de interpretar el ritmo y de bailar la samba, como a los españoles cuando suena una bulería y nos arrancamos aunque seamos del norte, es algo que se lleva dentro.
Impresionan sus gentes, su alegría y su manera de entender y de volcarse con el Carnaval. El año gira en torno a esta ansiada celebración en el que desde el más pequeño hasta el más mayor de una familia colabora con el vestuario y con los ensayos en los diferentes sambódromos.
Los cariocas viven su Fiesta Grande con pasión y nos la transmiten al resto de personas que como meros espectadores, quizás lo celebremos en nuestras ciudades con algo menos de bombo y nos disfracemos algo más tapaditos...pero creo que simplemente se debe a la diferencia de temperatura :)
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